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Los dioses del país son poderosos,
según dicen los que en ellos se complacen,
los que aumentan el número de sus ídolos
y los siguen con gran devoción.
¡Jamás tomaré parte en sus sangrientos sacrificios!
¡Jamás pronunciaré sus nombres con mis labios!

Tú, Señor, eres mi todo;
tú me colmas de bendiciones;
mi vida está en tus manos.

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